TEMA: Deléitate en el Señor
TEXTO: Salmo 37:4
INTRODUCCIÓN:
Deleite
es: Sentir placer y gozarse en la presencia de alguien en este caso de Dios,
Significa que Dios ocupa en primer lugar en nuestras vidas, que buscamos
alegrarlo y complacerlo solo a él, Nuestros deseos son hacia él.
Deleite es:
-SENTIR
PLACER Y GOZARSE EN LA PRESENCIA DE DIOS. Esto sucede únicamente cuando conocemos muy bien a
esa persona. Por lo tanto, para deleitarnos en el Señor, debemos conocerle
mejor. El conocimiento de su gran amor por nosotros nos dará deleite.
Salmo
16:11 Me mostrarás la senda de la vida;
En
tu presencia hay plenitud de gozo;
Delicias a tu diestra
para siempre.
-DIOS
OCUPA EL PRIMER LUGAR EN NUESTRAS VIDAS. Muchos esperan que Dios les conceda las peticiones
cuando en realidad Dios no ocupa el primer lugar en sus vidas. Si nosotros
ponemos cualquier cosa antes que Dios, porque esperamos que Dios nos ponga como
el primero en sus bendiciones
-BUSCAMOS ALEGRARLO Y
COMPLACERLO SOLO A EL.
Muchas Escrituras nos muestran
qué cosas le agradan a Dios y cuáles le desagradan.
1 Samuel 15:20-23: un corazón obediente, que
presta atención a sus mandatos; no uno rebelde y arrogante.
Proverbios 11:20: la conducta recta e intachable; no un corazón
perverso.
Proverbios 15:18: un corazón paciente; no iracundo
e impulsivo.
Oseas 6:6: un corazón que ama a Dios, que
lo busca y lo reconoce; no la religiosidad superficial, sólo por apariencia.
-NUESTROS
DESEOS MAS PROFUNDOS SON HACIA EL. Salmo 73:25
Cuando
disfrutamos nuestra relación con Dios, nuestros deseos más profundos son hacia
él. Sus promesas nos llenan de esperanza y anhelamos verlas cumplidas. Nos
esforzamos en obedecer fielmente sus mandatos porque no queremos perdernos nada
de su amor y sus bendiciones.
¿Qué nos ha prometido Dios si
nos deleitamos en él?
Dios
promete conceder los deseos de nuestro corazón, pero también nos promete un
corazón nuevo (Jeremías 24:7) con
el cual vamos a amarlo y a estar unidos a él. Ambas promesas están
relacionadas. No podemos deleitarnos en Dios ni amarlo con ternura si
mantenemos un corazón atado a los deseos del mundo. En Isaías 66:4, Dios
habla duramente a quienes ponen su corazón en cosas que no le agradan a él.
Quienes escogen complacerse a sí mismos y no deleitarse en Dios no pueden
esperar bendiciones.
En Lucas 12:22-34, Jesús nos manda a poner los ojos en el
reino de Dios, y a confiar en que no nos faltará lo necesario. No hay nada malo
en manifestarle a Dios lo que deseamos y necesitamos, siempre que nuestras
peticiones estén en sintonía con su voluntad. La fe nos dice que si Dios no nos
da algo específico, a cambio nos tiene una bendición mayor.
Si mi corazón está puesto en los tesoros del cielo, ¿cuál será mi
deseo más profundo? Dice el Salmo 73:23-28 que Dios es la herencia y la
recompensa de quienes confían en él.
Oro por tener un corazón cuyo deseo más profundo sea vivir en la
gracia y el amor de Dios, llena de esperanza y alegría. ¡Pido lo mismo para ti
también!
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